La inexistente democracia interna en los partidos políticos
está, entre otros factores, en la base
de la creciente desafección y alejamiento ciudadano por la política y
los políticos que la ejercen desde los principales partidos, a mentar PP, PSOE
y CIU, por número de Diputados y Senadores en las cámaras, Congreso y Senado
respectivamente.
Dicho factor se encuentra en la base como consecuencia, ya
que la política que exteriorizan día a día es una traslación de cómo funcionan
internamente y se encuentra cómo causa ya que las personas que intentan
participar (a tientas) en política y a los que lo hacen también desde un plano
no tan activo, vislumbran un panorama en el que reina, el servilismo, el
caciquismo, el clientelismo y el trato de favor como ejes centrales de un
hábitat que propicia un séquito de acólitos dependientes y apoltronados al
cargo, que ostentan gracias a sobrevivir a las maquinaciones y rencillas que
son el pan de cada día en la convivencia dentro de los partidos.
El funcionamiento democrático debería existir en los
partidos de los que salen nuestros representantes para gobernar desde los Órganos de poder e Instituciones
del Estado, y ello porque son los responsables de la ingente función de
articular las respuestas que den solución a una crisis económica, política y
social, que no es baladí ya que lleva 5 años campando a sus anchas por toda la
geografía nacional.
Las soluciones que se generan desde los partidos deberían
proceder de un verdadero marco de discusión libre, de un canal de participación
abierto a las demandas sociales e iniciativas de los militantes y no significar
la mera asistencia a reuniones ya programadas con decisiones tomadas de
antemano en que se atiende con preferencia a los intereses de las cúpulas directivas
y los centros de poder antes que a la realidad de los hechos que se tratan de
resolver con asistencia, intervención y explicación a todos los que quieran
participar.
Se deben rediseñar los partidos políticos, acabar con la
funcionarización de los integrantes de los partidos políticos, para que dejen
de deber el cargo público que obtienen al partido que agradecido por la
fidelidad y lealtad le coloca en el puesto, y acabar con la financiación a
cargo de los fondos públicos entre otras cuestiones. Es necesario reconvertir
los partidos para que sean un foro de
discusión de problemas sociales y no de élites que optan a colocarse de la
mejor forma posible, a esto ayuda la confección de las listas cerradas, ya que
se lucha por estar en un determinado número en las listas municipales, provinciales, autonómicas
y nacionales, da igual el ámbito. Se debe hacer prevalecer el mérito sobre el enchufismo y el pago, con colocación de amigos, de favores.
Solo un cambio de la Ley de Partidos Políticos puede
comenzar a remover los cimientos de una casta política acomodada en la
estabilidad y que no pretende modificar
un ápice la situación, ya que de ella depende en gran parte la existencia de
las prebendas y comodidad de su status. El sistema ha generado en términos
absolutos ineficiencia, corrupción y desafección ciudadana, que ve muy
distantes a sus representantes y no ven la forma de participar en la
elaboración y contribución a la mejora de los problemas que asolan a España. El
precio es excesivo.
Los partidos políticos tienen un fin de representación
activa de los ciudadanos por lo que se les debe exigir transparencia y una
democracia interna que brilla por ausencia. Y como brilla por su ausencia los
ciudadanos que conforman la sociedad se movilizan para proponer una alternativa
al actual funcionamiento no democrático.
Esta propuesta es un ejemplo http://porunanuevaleydepartidos.es/. Debemos ser conscientes de que dada la configuración del actual sistema si no
se promueve por la sociedad civil la reforma de la Ley de Partidos Políticos no
hay visos de cambio al menos a corto plazo.
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