De
todos es conocida la supuesta vocación liberal del Partido Popular,
especialmente durante los gobiernos de José María Aznar. En las elecciones
generales de 2011, los populares acreditaron esta postura así como la época de
bonanza y crecimiento en la que gobernaron como carta de presentación (o como
medida de salvación) frente a un PSOE que en aquella época arrastraba cinco
millones de parados, un déficit del 8,9 % y tres años de dura recesión.
La
campaña de Mariano Rajoy, que en su
programa electoral se presentaba como “Lo que España necesita” prometía, de
alguna manera, retornar a los niveles de bienestar de la segunda legislatura de
Aznar racionalizando la administración, eliminando duplicidades y gastos
superfluos, relajando la carga fiscal (impuestos) y creando empleo estable,
siempre sin tocar la educación ni la sanidad.
Sin
embargo, la realidad ha sido distinta: bien distinta. A nivel fiscal, el PP,
más que liberal, es socialista (pero rozando el aplicado en Venezuela) ya que
se ha elevado el tipo máximo del IRPF al 52 %, más los recargos que quiera
imponer cada CCAA: un nivel superior al prometido por IU en su programa.
También elevo el IVA del 18 % al 21 %, elevo un 50 % las tasas universitarias, subió
los impuestos del alcohol, el tabaco o los hidrocarburos y rompió el principio
de universalidad de la sanidad imponiendo, por ejemplo, un copago del 10 % de
las medicinas a los pensionistas. Claro, esto hay que sumarlo con las diferentes subidas de impuestos en las CCAA
y ayuntamientos gobernados por los populares (“euro por receta”, subida del
IBI, de tasas municipales, etc.)
Históricamente,
los partidos socialdemócratas o comunistas han defendido las subidas de
impuestos como medida para apuntalar el estado del bienestar. Sin embargo, a
día de hoy nos encontramos con que en España se cierran plantas de hospitales,
se inician los trámites en algunas autonomías para privatizar la sanidad
(Madrid), se aumenta la ratio de alumnos por aula en las escuelas o se reducen
las subvenciones, las ayudas sociales o las de la dependencia.
El
coctel realizado por el PP no puede haber sentado peor a los españoles: la
economía perderá un 1,5 % del PIB en 2013, el déficit en 2012 fue del 7,1 %, el
cierre de empresas fue el mayor en 5 años (más de 22.000), el paro ha crecido
hasta los 6.202.700 parados, todo esto, trasladado en otros términos, ha
supuesto que el 21 % de la población española viva por debajo del umbral de la
pobreza en estos momentos. Y es que por si fuera poco, la ayuda de
recapitalización de los bancos todavía no ha supuesto un aumento del crédito y
algunas CCAA (como la Comunidad Valenciana) llevan un considerable retraso de
pago a proveedores e instituciones.
En
realidad, la subida de impuestos si se está destinando a mantener el Estado, pero uno elefantiásico e ineficaz que
tenemos en España en estos momentos. Nuestro gobierno sigue sin acometer,
por ejemplo, la necesaria reforma de la administración local, fusionando los
ayuntamientos de escaso tamaño (la gran mayoría) que en gran parte supondría
una mayor eficiencia para estas administraciones permitiendo la eliminación de
las Diputaciones (en estos momentos, una muleta de los consistorios pequeños)
suponiendo un ahorro de 40.000 millones de €. También es necesaria la
racionalización del personal laboral eventual, cuyo elevado número responde a
familiares y militantes del PP insertados en empresas públicas o de asesores
locales, autonómicos o nacionales así como una mejor coordinación,
racionalización y control a las CCAA, para evitar despropósitos en proyectos
absurdos (Cidade da Cultura, Aeropuerto de Castellón, Agora de Valencia…)
Muchos
empresarios y ciudadanos están expresando que únicamente quieren “un gobierno
que no les estorbe”, y en parte es un reflejo de la política del PP. El
universitario, el jubilado pensionista, el propietario de una pyme o el que
tiene a su cargo a un dependiente no necesitan de un estado obeso e inactivo que
se situe en medio del camino y no deje avanzar ni dejar respirar, sino uno eficiente y con buena salud que
le proporcione ayuda en sus necesidades vitales (como la educación, la sanidad
o los servicios sociales) y le eche una mano en cuestiones puntuales.
Reagan
pregunto a los americanos si habían vivido mejor durante los 4 años de
Administración Carter y Thatcher mostro gráficamente con una cola de parados
que el gobierno no estaba trabajando. Considero que no sería necesario que
ningún líder tomara en 2015 ninguna de estas iniciativas ya que es evidente
que, como ya ha admitido con las cifras del paro el ejecutivo, los españoles vamos a vivir peor, bastante peor
por lo menos durante esta legislatura gracias a sus ineficaces decisiones con
un futuro poco prometedor para nosotros y las futuras generaciones (57 % de
paro juvenil) y lo más grave de todo, que esto está siendo no solo por la
incapacidad del propio gobierno, sino por el fragrante incumplimiento de un programa electoral en el que
creyeron 10.866.566 de ciudadanos y que ahora es puro papel mojado.
Joaquín Sevila Forner.